Diseño colaborativo de servicios públicos
Proyecto: Dar a conocer el mundo de la prisión en el exterior. Muy de vez en cuando los educadores de las prisión donde trabajo proponen a determinados internos, con cierta garantía de no evasión y de buen aprovechamiento de la actividad, para que den charlas sobre su experiencia dentro de prisión. Eventos que tienen lugares como institutos o asociaciones.
Actores implicados: en esta iniciativa se ven implicados en primer lugar los propios internos que dan la charla y los receptores de la misma. Y en segundo lugar, pero no menos importante, se implica de manera indirecta al resto de población penitenciaria y ciudadanos. También se ven implicados, de manera más accesoria, la Administración Penitenciaria y la Administración u organismo público/privado que prepara y/o acoge el evento para recibir al interno.
Plan: mi idea pasa por rediseñar desde el origen todo el proyecto. A pesar de que me parecen útiles este tipo de iniciativas para acercar a la sociedad al mundo penitenciario, me parece que adolece de muchas debilidades.
En primer lugar, considero que estas iniciativas llegan a un número muy reducido de población. Se tratan de eventos puntuales que además requieren de mucha planificación, además de entrañar siempre un cierto riesgo de fuga o de posibles altercados. Además, cada interno cuenta sus propias experiencias, que no siempre son un reflejo del resto de población, y desde su propio punto de vista, que no tiene por qué ser el generalizado. Teniendo en cuenta, por supuesto, que los internos que acuden a estas charlas son los más adaptados, lo que no es en absoluto una representación de la realidad carcelaria.
En segundo lugar, se trata de eventos a los que no se les da la suficiente publicidad, tanto por la alarma social que podría generar como porque son iniciativas puntuales y más bien discretas: ampliar el número de internos implicaría un crecimiento exponencial de la peligrosidad y, por tanto, del gasto y la alarma social generados.
Por tanto, lo que yo propongo es que se establezca un sistema de visitas a Centros Penitenciarios en los colegios. Habría que ponderar aspectos como la edad mínima de un niño para que tenga la suficiente consciencia del sitio que está visitando con el riesgo para su desarrollo: que no se generen traumas innecesarios al mismo tiempo que se muestra la penosidad de estar encarcelado. Un sistema de visitas que instauraría, al menos, hasta que los niños terminen la educación secundaria obligatoria y de ser posible una vez por curso académico.
Para llevar a cabo este plan habría que cambiar aspectos tan básicos como flexibilizar la Ley de Protección de Datos, en cuanto a que se permita que la sociedad acceda a los Centros Penitenciarios y pueda ver cara a cara a los internos. Además, habría que impartir formación tanto a los funcionarios que prestan servicio en el Centro Penitenciario como a los profesores que acuden con los niños a esas visitas. A cambio, creo que se trataría de una experiencia mucho más completa y auténtica que las charlas que actualmente se producen.
El aspecto más positivo que veo a este plan es que la sociedad puede ver de primera mano, desde edades muy tempranas, lo que implica no adecuarse a las normas sociales. Los propios internos con su lenguaje corporal pueden transmitir sentimientos que no podrían con palabras, además de mostrar a la sociedad una realidad que está muy escondida. Se trataría de generar una conciencia social contra el delito. De esta manera los actores implicados pasarían a ser la sociedad en general.
Una contra de este plan es que ciertos módulos de un Centro Penitenciario albergan a población peligrosa. Por tanto, en las visitas no se debería acceder a estos departamentos, aún pudiendo garantizar totalmente la seguridad del público: se podrían dar situaciones de mucha agresividad que podrían generar traumas insuperables en niños e incluso en individuos no tan jóvenes. Esto haría que la experiencia no fuese tan auténtica, pero al tiempo sería más segura y controlada.
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